Casi que Ana persigue una tempestad. Quiere el sabor de la furia, por lo menos gritarse en la calle. Que le diga que sí, y que no, o que le diga. Nadie se imaginaba que eso era posible, pero ella lo sabía de antes, Mario el bueno, Mario el humano, Mario el sensible, Mario el buen tipo. Casi que Ana persigue una tempestad, una furia, un desaire, que la deje o que le pegue, que la engañe, pero que pase algo.
Ya nadie le pregunta ¿cómo anda Mario?¿cómo están los chicos? ya nadie le pregunta nada, porque es obvio que está todo bien: bien, bien, Mario el buen padre, Mario divertido, Mario inteligente, qué tipo macanudo, además ayuda en la casa, jamás un problema tu marido, ¿no?. Y él sabe que Ana sabe. Y como es bueno, y macanudo, no se anima a hablar de los meses que hace ya que duerme en la otra pieza. Porque lo carcome la culpa, dice Ana. Bien cagón, a Mario con la culpa le alcanzó para mudarse a la otra pieza.
Casi, casi que Ana persigue una tempestad: que vuelva una noche borracho con ella, que vulva una noche borracho y llorando, que se emborrache, o que no vuelva. Pero Mario, buen tipo, vuelve a las ocho, apenas sale de trabajar y les cocina a los chicos y pone la ropa a lavar o la cuelga, y la llama para ver si ella trabaja o si viene a comer. Y mientras habla por teléfono para preguntarle, a Mario se le derriten las manos de aburrimiento.
Ana le dijo: ya lo sé, y yo tampoco. Y Mario se fue al quiosco, se fue al súper, se fue a lo de Jero, y cuando volvió ya se había olvidado. Ya había logrado sacarse de la cabeza el terror que le dio empezar de nuevo. Ana le volvió a decir y Mario se fue a la otra pieza. Y Ana se levanta todas las mañanas y le lleva una remera, y un pantalón, y el cepillo, y los libros, y de a poco la otra pieza tiene estantes, ropero, percheros, cajones, la otra pieza tiene música a la noche, tiene lámpara, la otra pieza tiene otro baño.
¿Mamá por qué papa duerme en la otra pieza? y Ana le dice que porque es más linda, aunque sabe que a Lucas le gusta más su pieza porque duerme con ella cuando se acuerda de que ahora papá duerme en otro lado. y Celina, grande que está ya, se queda en su pieza, y Ana no sabe cómo está porque Celina se quedó callada desde el día en que Mario se fue al kiosco y se fue al súper y se fue a lo de Jero y volvió lleno de culpa.
Celina no pregunta en la escuela, no pregunta en el facebook. No le pregunta a Mario ni a Ana. Celina se va a ir de viaje de egresados y Mario, que es bueno, Mario tan macanudo es el que eligieron todos para que los acompañe a Carlos Paz. Celina no le va a preguntar en el viaje ni Mario le va a decir por qué ahora duerme en la otra pieza.
Casi, casi que Ana persigue una tempestad. Que Mario vuelva mareado, que vuelva sucio, que Mario se lastime, que Mario la extrañe o la engañe, que a Mario se le tiren encima las madres de los amigos de Celina. Ana le va a sacar los cuadros, y le va a sacar las toallas, Ana va a vender la ropa, va a pintar el cuarto. Ana va a esperar a Mario en la puerta, le va a dar un beso, le va a dar un abrazo, le va a explicar que no hay problema, yo tampoco te amo más, mi amor.
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